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miércoles, 25 de marzo de 2015

Generación bisagra

Son sutiles, aunque constantes, los cambios que se dan en el día a día, y que se han dado entre estas última generaciones. Puede que la mía sea una “generación bisagra” que, aunque en parte no ha vivido de forma marcada un antes y un después del auge de la tecnología, ha crecido sumergida en una cultura capitaneada por los megabytes. Como todo, una parte de su impacto ha sido increíblemente positiva: ¿quién se iba a imaginar mandar en cuestión de un segundo o menos un mensaje a la otra punta de la Tierra? O trabajar con gente que ni siquiera conocemos en persona. Se trata de un mismo tipo de relaciones llevadas a cabo de formas diferentes. El impacto negativo es lo que no vemos los “privilegiados del primer mundo”, o lo obviamos. De todos modos este artículo no se va a centrar en este punto, ya hay millones de artículos rondando internet para criticarlo y esta vez no me voy a sumar. No por hacer oídos sordos, sino por enfatizar en otra de las caras del diamante.

Como miembro de la “generación bisagra” a la que pertenezco, tengo que decir que en muchas situaciones me he visto entre dos mundos: el real y el que las generaciones anteriores pelean por mantener a flote. No considero que esto sea bueno o malo en sí, solo que la forma de llevar a la práctica algunos criterios (buenos) ha cambiado de forma radical y ha pillado desprevenidos a muchos. Poco a poco veo que trabajamos para que las etiquetas que ponemos a los demás solo queden restringidas a las fotos de Facebook, que la vida no va de ser de derechas o de izquierdas porque se trabaja mejor con las dos manos y creando puentes, que “el otro” o “el de fuera” necesita empatía y comprensión antes que rechazo y que lo que trae consigo – cultura, religión, conocimientos y experiencias – no contamina nuestra feliz burbuja sino que la expande para enriquecerla hasta adquirir el tamaño del universo.

Lo llaman globalización. Son trece letras que abarcan un concepto que está marcando el siglo XXI. Es una ventana a la verdadera apertura y el diálogo intercultural, interreligioso y político. Todo esto suena muy bien, y cuanto mejor suena más responsabilidad conlleva. Demasiados prejuicios llevan sembrados durante siglos y que nos toca a nosotros reducirlos a cenizas, demasiada comodidad mental respecto a lo importante que debemos vencer en el día a día, demasiados “yo y los míos” y pocos “yo por el prójimo”. Es una oportunidad que, para muchos, se quedará grande porque van a rechazar este fenómeno que, a mi parecer, es inevitable. Si algo hemos aprendido de la vida es que hay que adaptarse y encauzar los cambios al mejor de los destinos, dejarnos ser “hijos de nuestra época”, aceptarlo y dignificarlo.

Una época exigente que necesitará gente exigente. Confío en que cuando oigamos “van un español, un americano, un árabe y sudafricano”, dentro de unos años, nos venga a la cabeza una simpática imagen de un grupo de amigos en vez del comienzo de un chiste. Confío en que, algún día, hagamos honor a lo que somos – seres humanos – y nos toleremos de verdad sin tropezar con la piedra de la hipocresía y caer en el pozo del relativismo. El esfuerzo comienza en nuestro interior para, luego, reflejarse en el mundo y los demás. Tampoco soy fan de que tengamos en mente conceptos gigantes y utópicos como “la paz mundial” o “erradicar el hambre en el mundo”, porque suenan muy bien pero su tamaño frustra, como es normal, a todo aquel que piensa en ellos y que se ve atado a su vida. La solución no creo que sea quedarse de brazos cruzados, sino haciendo pequeñas contribuciones personales diarias: una sonrisa para el otro, un saludo agradable, un pan para el que lo necesita, un “no pasa nada” al que se equivoca, y al “otro”, acogerle, porque quién sabe si tú lo serás mañana.


Algunos dicen que “cualquier tiempo pasado fue mejor”, con nostalgia en su mirada. Puede que a veces sea verdad, pero ciertamente no es determinista. Yo prefiero decir “el presente es la oportunidad de mejorar el pasado y forjar un futuro más esperanzador”. Así que adelante, generación bisagra, este es nuestro partido y nos toca salir a la cancha a jugar. Vamos a darlo todo. 

jueves, 8 de enero de 2015

"Allahu Akbar"

Bismillah Ar-Rahman Ar-Rahim (En el nombre de Allah, el más Clemente y Misericordioso):

“Aquel que mate a una persona injustamente o por corrupción en la tierra es como si hubiera matado a la humanidad entera, mientras que aquel que salve a una persona es como si hubiera salvado a toda la humanidad” [Corán 5:32]

“[Sobre los creyentes]: son aquellos que no imploran a otro que no sea Allah y no matan a las personas (ya que la vida es sagrada) excepto por justicia (en defensa propia) ni cometen adulterio. Aquel que lo haga (adorar a otro que no sea Allah, matar injustamente o comete adulterio) se encontrará el infierno, se le multiplicará el castigo el Día del Juicio y vivirá ahí (en el infierno) eternamente… Excepto quien crea (renueve su fe), pida perdón y haga buenas acciones, pues Allah le cambiará sus malas acciones por buenas, ciertamente Allah es -Clemente y Misericordioso” [25:68-71]

“Allah es el más grande” (Allahu Akbar), gritaban ayer los terroristas “musulmanes” que entraron a matar en la revista satírica francesa ‘Charlie Hebdo’. 12 muertos. 10 heridos. Fastuoso, fantástico (cáptese la ironía). ¿Por qué? ¿Para vengar al Profeta Muhammad? ¿Para practicar la mal llamada Jihad – Guerra Santa? ¿Es un avanzo de los que va a hacer el “Estado Islámico” pronto en Europa? No. Me niego a creerlo.

Paremos el carro un segundo. Los musulmanes estamos de moda gracias a esta gentuza que va gritando una verdad (Allahu Akbar), porque es verdad que nada es más grande que Allah, pero acto seguido aprietan el gatillo o el botón del detonador para cargarse a un número determinado de inocentes (también llamado infieles según ellos). Y esto los medios lo han llamado “Guerra Santa” y lo han asociado a una de las más nobles palabras que conozco: Jihad (esfuerzo). Oímos hablar de “atentado islamista provocado por unos radicales” cada semana, nos plantan en la cabeza esta asociación: “islamista” – radical – atentado terrorista. Pero, ¿qué hay detrás de todo esto?

Alguno podrá pensar: El Corán, lo han malinterpretado. Acerca de la guerra, en un contexto bélico (eso, contexto bélico), Allah reveló lo siguiente en el Corán:

“Combatid a aquellos que os combaten en el camino de Allah pero no transgredáis, puesto que Allah no ama a los transgresores. Matadles (en defensa) allá donde los encontréis y expulsadles de donde os han expulsado. Matar es pecado, aunque una persecución injusta es aún peor que matar. No les combatáis cerca de la Mezquita Sagrada (de la Meca) hasta que os combatan; si lo hacen entonces matadles (defendeos), pues esa es la recompensa de los que no creen (y que por eso os atacan). En cambio, si desisten, sabed que Allah es siempre perdonador y es el más Compasivo. Seguid combatiéndoles (mientras os ataquen) en la manera prescrita por Allah hasta que cese la amenaza, y si desisten entonces sabed que la hostilidad solo se dará contra los que hacen el mal. [En los meses sagrados debe hacer abstención de guerra], pero si alguien os ataca, atacadle solo en la misma medida (defendeos), y temed a Allah y sed conscientes de que Allah está con aquellos que se guardan de violar los límites establecidos por Él” [2:190-194]. Esto es Islam: trabajar por la paz.

Hay algunos versos más* (que vienen a decir lo mismo) pero estos abarcan el criterio establecido: combatir para defenderse, no transgredir ni pasarse, y si el enemigo pide la paz se le debe conceder, evitando la masacre. La vida es sagrada y matar inocentes de forma injusta es pecado. Estos versos fueron revelados en contexto de guerra, por lo que es lógico que Allah permita a los creyentes defenderse dentro de los límites que establece, ¿o no? Para el que le interese, existe una ética musulmana para la guerra que dejaría a cualquiera maravillado, merece la pena echarle un vistazo (no permite matar mujeres, niños, ancianos, maltratar la vegetación, etc.).

Vayamos al kit de la cuestión: el porqué de este lamentable atentado. Aquí, según mi humilde opinión, se junta el qué consideramos libertad de expresión y el cómo se ha actuado frente a eso. “Libertad de expresión” no es sinónimo de decir lo que me da la gana y que el resto del mundo se aguante. No. Hay que ser inteligente en esta vida. Si sabes que tus formas de expresión son provocativas entonces piensa en cómo decir las cosas antes de decirlas. Esta gente sabe que los musulmanes amamos al Profeta Muhammad más que a nuestros padres y se dedican a caricaturizarlo, humillarlo y consecuentemente humillarnos a las más de 2 mil millones de personas que queremos a este gran hombre. ¿Qué haríais si se metieran con la persona que más queréis en el mundo y se pusieran a humillarle? Cada cual sabrá. En nuestra religión no hacemos representaciones de ningún profeta por respeto y amor a ellos (a todos ellos), y por supuesto que una caricatura de cualquier otro profeta nos indignaría, pero no debería llevarnos a matar inocentes de forma sistemática. Allah nos libre de ello. Eso sí, de ninguna manera podemos permitir que se llame al insulto (sobre lo que sea) “libertad de expresión”. No confundamos la tolerancia con la falta de criterio. El límite lo marca el respeto (con mayúsculas: RESPETO), y es un límite que es fácil de sobrepasar.

El atentado tuvo lugar por las últimas provocaciones de esta revista francesa, entre las cuales destaca una caricatura del jefe del “Estado Islámico”, y la portada de un polémico libro que describe una Francia en el futuro presidida por un musulmán. La motivación fue esa (y no la de vengar al Profeta), y aquí tenemos que aclarar algo sobre esta organización terrorista y su jefe: “Estado Islámico” está formado por unas 15-20 mil personas, que representan el 0.001% de la población musulmana mundial (o sea, casi nada). Uno no puede autoproclamarse califa sin que haya sido votado por la mayoría musulmana del mundo, así que por lo que a mí respecta ese hombre no es nadie (como para la mayoría de hermanos y hermanas musulmanes), y por él no vamos a movernos: no le queremos ni le querremos. Los que se han movido por él se estaban vengando por su lealtad hacia él, vestida de falso Islam. Esta gente de ninguna manera nos representa. Tienen sed de poder y destrucción únicamente, sin piedad, nada más alejado de ideología pacifica del Islam.

¿Cómo debería reaccionar un musulmán ante esta “libertad de expresión”? Lo primero buscar refugio en Allah y encomendarse a Él siendo pacientes, puesto que Él se encargará de proporcionar justicia sabiamente: “¡Oh vosotros que habéis creído! Apoyaos en la paciencia y la oración para buscar ayuda, ¡ciertamente Allah está con los pacientes!”. [2:153]. En segundo lugar, manifestarse de forma pública y pacífica, ya que es la manera que los musulmanes debemos tener de conseguir nuestros propósitos, sobre todo en territorios donde somos minoría y donde no se aplica nuestra preciada Ley. Y por último, siempre actuar respetando la vida, puesto que es sagrada. Conseguimos mucho más predicando con el ejemplo.

Quiero acabar este artículo condenando los atentados de París del día 7 de enero del 2015, que Allah tenga a las víctimas en Su misericordia y que acompañe a sus familias por estos momentos tan malos. Desde aquí, un musulmán (un sumiso a Allah que busca la paz) manda su más sentido pésame a los parisinos e invita a distinguir el verdadero Islam del “Islam” que nos venden estos impresentables terroristas.

Assalamu aleikom wa rahmatu-Allahi wa barakato 

Que la paz de Allah sea con vos, así como Su misericordia y bendiciones.


*(En este link se amplían los versos que hablan sobre la guerra en el Sagrado Corán, está en inglés muy bien explicado)

miércoles, 5 de marzo de 2014

Religión y libertad

          Últimamente hablar de religión se está tornando sinónimo de contar cuentos de hadas con esto del laicismo. No me refiero ninguna religión en particular sino en general, como creencias encaminadas al cuidado espiritual y físico de la persona. ¿Son elementos del pasado que hay que "superar" de algún modo? ¿Está relacionada la religión con ignorancia, mentes cerradas e interés? La historia cuenta, más o menos objetivamente, cómo la religión ha sido empleada como "excusa" o medio para alcanzar un fin, a veces muy lejano de lo que propone dicha religión y con formas inhumanas. Por otro lado, se ha visto como las mejores acciones que han podido llevar a cabo algunas personas estaban, ciertamente, promovidas por esa creencia. ¿Qué ocurre en realidad?

          El bien y el mal en el mundo son resultado del buen o mal uso de la libertad humana, respectivamente, y si queremos ser objetivos también habría que mencionar lo bueno y lo malo que ocurre al margen de los humanos como las catástrofes naturales, enfermedades que vienen solas o una lluvia oportuna. Libertad se define como "facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos", mientras que libertinaje se define como "desenfreno en las obras o en las palabras". Responsabilidad y desenfreno, palabras radicalmente opuestas contenidas en palabras aparentemente similares.

          ¿Y por qué hablar de libertad y libertinaje? Porque están en la base de lo bueno y lo malo. El ser humano, queramos o no, tiene su parte espiritual además de la material evidente. Esto quiere decir que debe beber de dos tipos de fuentes de alimentación que cubran su necesidad dual. Comprobaremos que el exceso de una fuente no reemplaza en absoluto la necesidad de la otra fuente, es decir, tanto una persona 100% espiritual como otra persona 100% material-ista van a estar cojas por ser negligentes con la mitad de lo que son. Quizás no sean ni medio felices aunque den la sensación de serlo completamente. (Inciso: aquí nos metemos en un berenjenal muy grande)

          ¿Y qué tiene que ver con la religión todo esto? La dualidad de la persona, libertad, libertinaje.. Efectivamente, tiene que ver con todo. Muchas veces parece que relacionemos religión únicamente con espiritualismo y cosas más o menos abstractas: nada más lejos. Una religión que se precie propone al individuo un camino de excelencia personal (dual) en el cual aprenda a hacer buen uso de su libertad sin transgredir tanto contra sí mismo como contra los demás. Aquí incluimos a los demás, por supuesto, porque la excelencia vale de poco si no se saca a pasear. Dimensión personal, dimensión social.

          Quien vea una carga matadora en las normas puede ser debido a dos cosas básicamente: porque, efectivamente, esas normas atentan contra la dignidad de la persona, o porque la persona sólo ve una transgresión hacia su libertinaje. Y es que el libertinaje es cual caballo encabritado, todos sabemos a donde lleva eso. Por eso unas normas básicas y lógicas, unos hábitos diarios, son propios de una buena religión. A nadie se le ocurriría pensar que solo por querer ser guitarrista se domina el instrumento: hay que practicar, mucho y bien.

          Por no extenderme demasiado querría acabar sembrando una semilla: la semilla de la curiosidad, la duda, y el criterio. Sé que el tiempo no nos sobra, y quizás ganas tampoco. Pero se trata de nuestra vida y pienso que hay que concederle un ratito de vez en cuando. Todos tenemos nuestra historia, nuestra familia, tradición y costumbres. Todo ello tiene su encanto. Por eso esta semilla muchas veces cae en tierras endurecidas aunque fértiles. Despojémonos de la pereza del día a día o de la comodidad de estar "en nuestra salsa" (más bien en la salsa que nos han puesto). Despojémonos de la arrogancia de decir "me va bien con esto" y quedarnos ahí. El mundo esconde maravillosos secretos, y descubrirlos es una aventura. Si no se duda no se comprueba, si no se conoce y contrasta no se asegura. Seamos libres. Seamos religiosos.


sábado, 8 de febrero de 2014

Estímulos visuales

Estoy harto. Harto de que la industria musical quiera que disfrute de la música esclavizando sexualmente a las cantantes. Señores, entérense: me interesa la letra y lo instrumental (aunque todo sea sintético últimamente), no que apelen a mis instintos más bajos para que asocie la música al placer de ver mujeres semidesnudas haciendo poses, cuando menos, sugerentes. Y aquí también hago un inciso: no veo placentero ver esas escenas, es un insulto a las cantantes y a mis educación. De verdad, están queriendo educar a toda una generación en la falta de criterio, para todo. Quizás en otra ocasión me anime a hablar sobre la involución de la letra en la música, pero eso es harina de otro costal ya que nos vamos a centrar en las imágenes.
¿Han visto los anuncios de la televisión? No soy muy fan de la "tele", pero lo poco que veo es espeluznante: díganme por qué en el anuncio de KH7, un quitagrasas, salen un hombre y una mujer al borde del acto sexual encima del lavavajillas; o por qué los anuncios de perfumes parecen una introducción a una película pornográfica. Criterio, señores. "Alegrarnos" la vista con escenas cuasi-eróticas para asociarlas a sus productos tiene consecuencias gravísimas en nuestra sociedad borracha de moral (detectase la ironía).
¿Cómo aprenderán nuestros hijos a respetar a las mujeres si éstas aceptan venderse con esa imagen? Imagen, por cierto, lejana a la realidad ya que photoshop se ha convertido en el nuevo chamán hacedor de milagros. ¿Cómo aprenderán nuestras mujeres a quererse y aceptarse si se les está inculcando un sentimiento de inferioridad sin el uso de tanto cosmético y tanta chorrada? No faltan campañas en contra de esto, pero creo que granito a granito se hace una montaña.
Algo que quizás no se les ha ocurrido es lo siguiente (es un temor que me acecha constantemente): si los jóvenes se educan - nos educamos - viendo estas escenas, inconscientemente vamos a exigir verlas en el futuro con nuestras parejas, y no por otra cosa que por simple imitación o desconocimiento del verdadero buen trato respetuoso y afectuoso. Lo que entra por los ojos tiene una alta densidad de significado, cierto es que una imagen vale más que mil palabras y no estamos cuidando esas dosis tóxicas de información.

Es un punto importante el empleo de la imagen. Los videoclips de los y las artistas más importantes del mundo están vendiendo la cosificación del ser humano y nosotros permanecemos pasivos; la publicidad nos trata como animales guiados por feromonas e impulsos sexuales para conseguir su objetivo. Y ahí está la clave: nos están tratando como animales y nos estamos dejando. Me niego a dejar atrás el apellido "racional" que caracteriza al ser humano - animal racional. 

Si tan buenos son sus productos, señores, no les hará falta acudir a nuestros sistemas cerebrales de recompensa por placer para vendernoslos. No. Agénciense buenos vendedores para convencernos de lo buenos que son.  Y, a poder ser, que dichos vendedores estén vestidos. No me argumenten que está de moda esta estrategia de marketing o que soy un anticuado y que blablabla. No entremos en una batalla de términos porque no se trata de eso sino de respeto. Respeto y educación. La imagen del respeto y el amor, ciertamente, nos llevará a mejor puerto.



domingo, 26 de enero de 2014

¡¡¡Sorpresa!!!

               Sábado, 25 de enero de 2014. Para mí otro sábado más. Me levanto temprano para ir a pasar la mañana en la biblioteca haciendo lo que todo buen estudiante hace: mucho postureo y un par de leídas a los apuntes. La tarde pintaba de lo más normal: siesta, un partidito de fútbol (para qué engañarnos, solo soy bueno en el FIFA y casi ni eso) y una cena en petit comité con mis dikaientes para celebrar, 5 días más tarde, mi vigésimo segundo cumpleaños.

               Empezaré diciendo que he sido víctima de un complot a gran escala que, para mi pequeña neurona, era absolutamente inconcebible – sigo en estado de shock y con cara de póker. Quedar para ir a un restaurante para acabar yendo a otro, algún que otro desplante, e invitaciones para ir al cine en el momento más inoportuno son situaciones que pasaron totalmente desapercibidas para mí. 

               Tuve suerte al encontrar un sitio donde aparcar, exactamente delante del restaurante de segunda elección (casi siempre tengo suerte en esto), y al entrar pregunté a ver si había una mesa para cuatro. La respuesta de la dueña del restaurante fue un “Sí, claro, pasa”. Me dijo que pasara pero no me avisó de lo que me esperaba ahí dentro. Por mi parte ninguna sospecha...

               ¡¡¡¡¡SORPRESA!!!!! – subidón de adrenalina y cara de alucine. Ahí estabais todos, de una manera u otra, más de 20 amigos y amigas de todos mis ámbitos: el colegio, la carrera, el club de debates, Mrs. President & Co., todos. No salí de mi asombro, de hecho ahora que estoy escribiendo esto sigo perplejo. ¿Qué habré hecho para merecer semejante regalo? De verdad que esto solo te lo pueden regalar los mejores. A pesar de haber comido varias veces en ese restaurante, la comida me supo mejor que nunca. No se podía pedir más.

               
               No puedo ni imaginar el tiempo que invertisteis en esto, seguramente me asustaría saberlo. Sois una bendición que espero que dure por mucho tiempo, le pido a Dios que me regale vuestra compañía año tras año y que me haga merecedor de vuestra amistad. Habéis hecho que me sienta querido y eso no tiene precio, jamás lo olvidaré.


               
               No quiero ponerme muy empalagoso, pero las cosas hay que decirlas como son. Posteriormente a la cena hubo un pequeño copeteo - véase zumo de naranja en mi caso - para rematar la noche con un subidón de azúcar (no demasiado zumo que luego había que conducir). Al volver a casa empecé a procesar la noche y, en fin, la cara de embobado no se me ha quitado aún. No sabéis la paz y la alegría con la que me fui a la cama. Gracias, gracias, y gracias.

Dicen: “dime con quién andas y te diré quién eres”; gracias a vosotros soy el mejor. Os quiero, amigos.






domingo, 20 de octubre de 2013

Respiro

                Callado, pero no en silencio. Afuera soplaba el viento de forma impetuosa, mas eso no le detuvo para salir y dejar que el viento se llevara consigo todo aquello que rondaba en su cabeza. Comenzó a caminar, cabizbajo, no por estar triste sino por evitar ver esos edificios que se asemejaban a asfixiantes muros. Cuando notó la luz que reflejaba la luna bañando el suelo que pisaba levantó la mirada y se dejó apaciguar por la solemnidad del satélite. Caminó y caminó, sin rumbo fijo pero con un objetivo claro: hablarle. El viento se convirtió en una simpática brisa que acariciaba el pelo y aliviaba el corazón, la noche se hizo acogedora y templada.

                No tardó en encontrar un lugar idóneo donde sentarse y ver la luna y sus inquietudes reflejadas en el agua de un río cargado de agua y muchos recuerdos. Supo que ahí le encontraría y podría hablarle para recuperar la paz que hacía tiempo que se le había escapado.

                “Señor, ciertamente Tú me creaste débil, soy débil y necesito de Ti, puesto que Tú me otorgas fuerza para seguir recorriendo Tu camino. Señor, mi prioridad es quererte y complacerte, por encima de cualquier otra cosa, y así intento que sea desde que haces que mi alma vuelva a habitar en mi cuerpo cada amanecer hasta que haces que vuelva a ti cuando asoman las estrellas. Si esto es una prueba, ten misericordia de mí y perdóname por no tener toda la paciencia que debiera tener, perdóname por refugiarme en mí mismo en vez de acudir a Ti siempre que flaqueo. Señor, no te pido una carga más ligera sino unos hombros más fuertes para soportarla, y un espíritu más puro y noble, puesto que quiero cumplir Tu voluntad de buena gana. En Ti me refugio y a Ti imploro ayuda, ciertamente Tú eres el más Misericordioso y Compasivo”


                La inquietud le abandonó en forma de lágrimas que acabaron contribuyendo al caudal del río, y por fin consiguió el silencio que tanto anhelaba. Un silencio reparador y pacífico que le impulsó a levantarse y afrontar el mundo con ilusión y optimismo. Retomó la caminata, cabizbajo, pero esta vez no era por esconder la mirada de los ya no tan asfixiantes edificios de la ciudad, sino por humildad y sumisión. Mas esta vez escondía algo que no llevaba antes: una discreta sonrisa producto de una fe completamente renovada.

lunes, 7 de octubre de 2013

Evaluación: ¿a quién le preocupa?

          Este artículo trata sobre la evaluación en las universidades, más concretamente en la Universidad de Navarra. Es un artículo que busca la mejora de algunos aspectos que seguramente se dan en muchas más universidades, para hacer de la nuestra una universidad mejor y más destacada en todos los niveles.
Autores:
Javier Gamazo: Graduado en Filosofía; ex subdelegado de estudiantes de la Facultad de Filosofía, UNED.
Fares Ibrahim: Delegado de alumnos de la Universidad de Navarra
Carlos Gamazo: Profesor de Microbiología. Universidad de Navarra

            El denominado “Plan Bologna” provocó la inquietud de profesores y alumnos. Era evidente que la docencia universitaria requería mejoras y los expertos se pusieron manos a la obra. De entre el oleaje de ideas innovadoras emergió la palabra “competencias”. Nuevos valores se abrían paso ante el tradicional inmovilismo universitario: interpretación, integración de conceptos, expresión, sentido crítico…
             “Bologna” también debiera significar evaluar conforme a estos valores y, sin embargo, no está siendo así en la mayoría de los casos. Sorprende que los objetivos de las asignaturas contengan competencias que luego son mal evaluadas o que ni tan siquiera son evaluadas.  ¿Estamos ante el incumplimiento de un contrato? Y, en este mismo sentido, ¿se pueden evaluar dichas competencias con cualquier tipo de examen?, ¿se pueden evaluar con un test?.
A continuación, cada autor, con su particular punto de vista, argumentará sobre una serie de cuestiones que están el aire.

Al profesor no le preocupa la evaluación.
CG
            En toda trayectoria docente debe haber una evolución. La experiencia es la que dicta qué debemos explicar, qué es lo que el alumno puede aprender sin nuestra ayuda y qué partes de nuestra materia requieren de un esfuerzo adicional de explicación y apoyo. El cometido de un profesor es seleccionar la información y ofrecer al alumno puntos de vista que le ayuden a comprender y relacionar, en una palabra, que le enriquezcan. De la misma manera debe ocurrir con la evaluación.
            Sorprende que a un profesor nadie le cuestione sobre el cómo evalúa. Se presta una excepcional atención a su trayectoria científica, muy poco sobre la calidad de su actividad docente pero absolutamente nada sobre la idoneidad de los sistemas de evaluación que haya empleado. Grave error. En ocasiones, la libertad del profesorado parece infinita y esto no debe ser así. Nos debemos ceñir a unas reglas que como mínimo no se escapen de una buena conducta moral y racional.

JG

            Cuando se interpela a los docentes sobre el porqué de sus prácticas evaluadoras de los conocimientos adquiridos por los estudiantes y se les proponen reajustes, a menudo esgrimen  la Libertad de Cátedra como arma que zanja el asunto; tal uso de la misma, no sólo no aporta nada positivo, sino que la denigra. Si indagamos en su origen nos percataremos de que su creación fue fundamental para que el progreso de la universidad no dependiera de los avatares de la historia del poder político. Por ello, conviene actualizar su razón de ser y restringirla a los contenidos objeto de cátedra, y excluirla del cómo se imparten y evalúan. Parece absurdo diseñar plan alguno, si luego cada responsable de cátedra hace lo que considera conveniente.  No es posible dominar  todas las ciencias y técnicas; ser un gran científico investigador no implica, per sé, conocer los métodos más adecuados de transmisión de los conocimientos y su posterior evaluación. Es, pues, una labor interdisciplinar. Resulta absurdo confundir o equiparar  la ciencia con el método de su  transmisión, y ambas facetas necesitan de formación específica a la par que complementaria. Es ahí donde los servicios de inspección académica deberían centrar su atención, así como en la veracidad entre lo ofertado y lo realmente dado: aquello,  lo que las guías dicen; esto, lo que de verdad se ha hecho durante el curso y cómo se ha impartido. Pero eso sí, entendiendo el curso como un todo compuesto por partes, las cuales están interrelacionadas y aportan coherencia al conjunto.


FI
            La necesidad de evaluar los conocimientos de los alumnos es incuestionable, es una forma de asegurar que los hayan integrado y aprendido a manejar. Esto implica que dichos conocimientos son los cimientos del alumno sobre los que se va a construir el futuro trabajador profesional que va a prestar un servicio a la sociedad, y por eso mismo el profesor universitario tiene una responsabilidad con la manera de enseñar y la de evaluar. Muchos cumplen muy bien solamente la primera responsabilidad, la de enseñar bien, mientras que se suele descuidar la evaluación con la repetición de exámenes de años anteriores y el uso inadecuado del examen tipo test. Esto influye de forma directa y drástica sobre el método de estudio del alumno ya que finalmente su objetivo será el de aprobar el examen como sea si la forma de evaluar es radicalmente distinta a la forma de enseñar la materia en clase. En muchas asignaturas, por no decir todas, ha sido necesario seguir un procedimiento lógico, con la consecuente memorización de datos que se requiere, para poder entender lo que el profesor explica. El método de razonar y memorizar es infalible, y si el profesor lo emplea para enseñar entonces lo lógico y justo sería que evalúe la capacidad del alumno de usar este mismo método, y no solo el de memorizar.


Exámenes de tipo test
CG
            En la mayoría de los casos, los exámenes tipo test se ponen sin criterio y su único cometido es facilitar la labor del profesor. En definitiva, suelen ser un fraude en cuanto a su objetivo primario, la justa evaluación. Pongamos este símil. Un atleta es entrenado con una serie de técnicas muy apropiadas para aumentar su velocidad, su resistencia, o lo que corresponda según se su especialidad, sin embargo, la prueba que  evaluará los frutos de su entrenamiento  (léase, competencias) se basa en un examen de conocimientos teóricos. Podría darse el caso de que X que se conoce muy bien los materiales con que está la pértiga sea mejor valorado que Y que salta dos metros más que el primero.
            ¿Qué importancia le damos a que un alumno recuerde el nombre de un personaje en una obra literaria, o a que conozca el número exacto de electrones liberados tras una determinada reacción? Desgraciadamente, demasiada, ya que es precisamente esto lo que preguntamos en los exámenes, sin cuestionar explicaciones ni razonamientos. El alumno se encuentra con estilos de evaluación que no tienen nada que ver con el sentido de la evaluación sino, ante todo, con la comodidad del profesor. Esto decir que el ranking que estamos estableciendo entre los alumnos no está basado en la capacitación sino en la memoria a corto plazo. La aplicación del  conocimiento es lo que nos ayuda a resolver futuras incógnitas. Sin embargo, la memoria es básicamente retrotraer  información, conexa o inconexa, con sentido o sin sentido. La memoria no te ayuda a comprender el significado, el por qué, el para qué, de dónde o hacia dónde.

JG

            Parece razonable afirmar que la evaluación debiera servir para medir las competencias adquiridas durante el curso. Éstas son las que constan en las guías de las diferentes asignaturas,  partes integrantes de un todo llamado Grado. En el caso de las ciencias, su particular método es su principal baluarte y garantía de veracidad mediante contraste objetivo; de similar modo, el método docente debe ser coherente, susceptible de crítica y continua revisión.

          Es frecuente que en la relación docente-alumno exista una incomprensión mutua. Es imprescindible que los Equipos Docentes expongan con claridad cuáles son esos problemas, ya que a menudo la falta de medios y de tiempo acarrean que su labor se resienta. Esto se hace patente en el diseño del sistema de evaluación, donde la tendencia es primar más la rapidez en la corrección, que la correcta evaluación de las competencias adquiridas. 
El problema suele ser de economía del tiempo, es decir, algunos investigadores a los que se les entregaron las cátedras sienten que la docencia les distrae demasiadas horas del desarrollo de la ciencia, su principal labor y vocación. Por lo que al trámite evaluador lo perciben como un tiempo robado, amén de tortuoso.  A fin de cuentas, muchos nos dirían, los méritos que otorga ANECA a los trabajos de investigación son mayores que los dados a la docencia.


FI
            Creo que una preparación del alumno basada en la integración de conceptos, la lógica y el razonamiento haría mucho más asequible un examen como el FIR, MIR, etc, donde al fin y al cabo se preguntan datos concretos que el alumno puede deducir si está bien formado. En la vida real nadie nos va a dar cuatro opciones para tomar una decisión sino que debemos saber actuar con lógica y coherencia.

Los test y la picaresca:
CG
            Hoy en día los exámenes tipo test se encuentran fácilmente accesibles. Esto sumado a que los profesores no “pierden” su tiempo en renovar las preguntas, es campo abonado para la picaresca. Algunos alumnos, conociendo este fenómeno, basan su estudio en la memorización de esas y solo esas preguntas.

FI

            Los exámenes tipo test son lo más vendido en épocas de exámenes, no son pocas las veces que los hemos empleado porque, en algunas ocasiones, sabemos que el test iba a ser el mismo que hace unos años atrás. La cuestión que se plantea aquí es la siguiente: ¿venimos a aprobar exámenes o a convertirnos en profesionales? Porque las dos cosas son factibles a día de hoy. Se puede obtener un título universitario a base de estudiar los test, tristemente es un hecho.

             El examen de tipo test es una gran utilidad, pero no se le está dando un uso adecuado. Jugarse la asignatura con un examen de este tipo me parece exagerado, siempre debería haber algo de desarrollo para ver cómo se desenvuelve el alumno con la terminología propia de la asignatura y su razonamiento lógico. Es entendible que la docencia no es el trabajo principal de los profesores universitarios, pero no por ello la evaluación de los alumnos debe tener una menor dedicación.


Qué ventajas tiene un test. Qué se evalúa con un test.
CG
       El test solo puede estar justificado en algunas circunstancias y contextos. Es incuestionable que si hay que examinar a miles de individuos simultánea y objetivamente, el test es una buena opción, pero no es el caso.
                La evaluación no debe ser una molestia, un aburrido quehacer, sino todo lo contrario. No creo que haya nada más gratificante para un profesor que el ver cómo sus alumnos han adquirido esas competencias que tanto él deseaba que aprendieran el primer día de clase. Un examen se debe corregir como una novela de intriga, con apasionamiento, no con dejadez.  Un estudiante que no es capaz de resolver un problema, de entender un proceso, de establecer un razonamiento lógico, no cumple con las competencias deseables. Un dato, una cifra, un nombre fuera de contexto no tiene ningún valor.
            Actualmente, y aún más en el futuro, toda la información está disponible en pocos segundos a través de la WEB. Todos los profesionales disponen de ordenadores en su lugar de trabajo. Datos concretos se pueden consultar rápidamente, pero lo que no podrán consultar de manera tan inmediata es el cómo se debe resolver un caso, un problema. Si no tenemos esto presente, podremos llegar a darle la misma importancia a que un alumno de Medicina conozca el nombre de un gen bacteriano (p. ej., uno implicado en la resistencia a un antibiótico) que a que conozca el fundamento de un proceso (p. ej., la correlación entre recetar indiscriminadamente ese antibiótico y el incremento en la frecuencia de bacterias resistentes a dicho antibiótico).

 

JG            Hoy en día es fácil observar cómo se está imponiendo en la comunicación la extrema brevedad, la respuesta inmediata, a bote-pronto, irreflexiva y sesgada. Cada vez es más difícil conseguir participar en deliberaciones donde se construyan argumentos con el fin de aproximarse a la verdad; más bien, lo que se busca es convencer con el mínimo esfuerzo dialéctico y  una ética ínfima. La transmisión de determinados conocimientos que exigen interrelación contextual encuentra dificultades en semejante escenario. Tal vez, esa sea la razón por la que se impone en las conversaciones el gusto por los datos estadísticos extrapolados de su contexto, disfrazando de leyes universales a  las meras regularidades particulares, que se convierten así en principios de autoridad.  La Universidad perderá su sentido al ser un reflejo de tal moda; pero eso es lo que puede ocurrir si, entre otras cuestiones, se impone la tendencia atolondrada a la evaluación mediante test. El estudiante optará por el resultadismo académico, es decir, no elegirá estudiar mediante la comprensión holística,  sino acumular datos que le aporten algunos indicios sobre cuál es la “opción correcta”. Al fin y al cabo, no se le pedirá que argumente, explique, relacione, construya creativamente, sino que acierte una quiniela. De este modo,  se convertirá en un replicante sin competencias creativas, sin herramientas para aportar novedades, al modo de una máquina. Pero la sociedad necesita de universidades con vocación docente, cuyo propósito sea la investigación, la cual no se basa en la mímesis y en la circularidad eterna de los conocimientos, sino en la innovación, verdadero motor de los Estados libres o que pretendan serlo.Es habitual que las normas que componen un procedimiento legal oculten el motivo por el que se crearon, tal como ocurre con los árboles que nos impiden ver el bosque. Las prisas con las que se implantó Bolonia ocasionaron la desfragmentación de sus partes, la pérdida de su sentido. Cualquiera que haya leído dicho Plan se habrá percatado de que está lleno de recomendaciones, como si fuera una carta de platos de elección libre: diseño una evaluación continua optativa, pero no le doy el peso ponderado en la nota final que la haga atractiva para los estudiantes; la hago obligatoria, pero impongo un trabajo adicional que nada tiene que ver con un seguimiento del progreso de las competencias adquiridas en el transcurso ; diseño una impresionante evaluación continua merecedora del reconocimiento de la comunidad pedagógica universitaria, pero no soy capaz de llevarla a cabo....   De nada sirve diseñar guías de las asignaturas conforme a las directrices o recomendaciones del Plan Bolonia, para que los auditores den su beneplácito, si luego los Equipos Docentes incumplen lo que en ellas se dice. Este incumplimiento de la palabra dada no es algo baladí, si tenemos en cuenta que en la relación maestro-discípulo no sólo se transmiten conocimientos, sino también valores éticos. Lo mismo ocurre cuando el estudiante se percata de que el profesor no renueva y rediseña los test que periódicamente repite durante años. De esta actitud no se desprende un afán de renovación y perfeccionamiento, sino poco interés en mejorar su sistema de evaluación conforme a los avances emanados de las investigaciones al respecto. Esta actitud del docente puede llevar al alumno a pensar que de lo que se trata es de pasar los trámites necesarios para alcanzar un estatus que le permita dejar de esforzarse en la actualización continua, tanto de conocimientos como de procedimientos para llegar a ellos.

FI            La injusticia no solo se está dando con el alumno, sino con el futuro paciente. Es muchísimo más importante inculcar una mentalidad profesional ya que cuando obtengamos nuestro título las personas pondrán su vida y su bienestar en nuestras manos, y eso no es ninguna broma. Tenemos una responsabilidad con la sociedad y por eso una buena formación es esencial. El examen no debería ser una tortura, ya que el verdadero examen está ahí fuera en el hospital, el centro de investigación o la oficina de farmacia.

 

Para terminar …

CG

            Una buena universidad se diferencia de otras cuando enseña a pensar. Si nos dedicamos a evaluar la capacidad de memorizar, cualquiera puede enseñar. Qué queremos hacer, ¿una buena copia (= memoria) o tener ideas (razonamiento)?

 

FI

            ¿Qué podemos pedir los alumnos? Que se nos elimine la posibilidad de entrar a la universidad y salir de ella con un título inmerecido. Quizás sea una petición extraña, pero se nos podría tratar como a futuros colegas de trabajo, porque realmente podríamos serlo. La evaluación del alumno es una parte de la evaluación del propio profesor para ver qué tan bien les ha instruido, y es el paso que permite al alumno pasar a ser un verdadero profesional. Juntar un buen método de enseñanza con un buen método de evaluación es la clave.

 

JG

            La Universidad debe su razón de ser al estudiante; por lo tanto, debe ser fundamentalmente una proyección de éste y de sus necesidades. El estudiante accede a la Universidad con carencias y demandas específicas: por un lado, referidas a sus escasas facultades para adquirir conocimientos que le permitan crear; por otro,  lo que el estudiante requiere para poder vivir como futuro profesional.  Para poder desarrollarse como profesional, en nuestra realidad renovada a un ritmo vertiginoso, habrá de mostrar que ha adquirido competencias que le permitan crear nuevas herramientas.  No le bastará con saber utilizar las ya existentes, puesto que eso ya lo hacen las máquinas mucho mejor que los humanos que las crearon.  Por todo ello, la Universidad deberá procurar aumentar el valor añadido del humano respecto a la máquina. Por supuesto, el sustrato de lo ya conocido y creado es muy importante en la acción pedagógica, pero tal suelo debe ser renovado y regado por  la fuente de aguas vivas, si de verdad queremos nutrir al estudiante, y no sólo engordarlo de erudición.
El valor de la Universidad no lo da su continente, sino lo que en ella ocurre; como dijo Ortega, “lo maravilloso es la perla, no la ostra perlera” (Cfr. J. Ortega y Gasset: “Obras Completas”, Tomo IV, p. 552).

            A pesar de las ventajas que a mi entender tienen los exámenes argumentativos sobre los test, en cuanto a la prospección de los conocimientos y competencias adquiridas durante el curso, así como al modo en que el alumno estudia para alcanzarlos, considero que dichos test pueden ser útiles en determinadas circunstancias, pero siempre como una herramienta secundaria. No parece cabal que en el examen final se presente un test como filtro, es decir, si no apruebas la parte de test no te corrigen la segunda parte, la argumentativa. Aquí se evidencia que lo que se pretende es ahorrar esfuerzo en la corrección de exámenes, ya que también podrían hacer la inversa: si no aprueba la parte argumentativa, no le corrijo el test.
Si respondemos a un test mediocremente diseñado, cuando aún desconocemos lo básico de la materia objeto del mismo, muy a menudo observaremos que, con el simple empleo de la intuición, la suerte se pone del lado de la ignorancia. En cambio, según avanzamos en el estudio cabal,  aumentan las dudas que dificultan dicha táctica; es entonces cuando demandamos que los datos se presenten en su contexto, para poder comprender el verdadero sentido de la cuestión planteada.
Por ello, un buen test no consiste en un grosero listado de preguntas extraídas aleatoriamente de un manual, sino en un complicado y sutil entramado de preguntas y propuestas de respuestas, cuya posterior corrección aportará al docente buenos indicios sobre las competencias que el alumno ha adquirido. Así pues, es imprescindible reducir los factores suerte y memoria irreflexiva a la mínima expresión, lo cual no ocurre con los test mal diseñados.  Ahora bien, mediante “evaluaciones continuas” que hagan honor a su nombre,  las “pruebas finales” necesitarán de menor peso ponderado. Así,  ya no serán tan tortuosos los trances del final del curso, ni se percibirán como tiempo sustraído. El docente que emplee un buen sistema sabrá con bastante exactitud qué nivel de formación ha alcanzado el estudiante, y cuáles han sido las facetas en las que él mismo  necesita mejorar. La formación continua no sólo es necesaria para alcanzar una Universidad de calidad, sino que también aporta al docente una motivación que le aleja de la apatía, donándole una renovada energía fuente de satisfacción profesional, manantial de ilusión vocacional con la que contagiar a sus discípulos.

 


“El resultado de las lecciones depende de las costumbres de los oyentes. En efecto, queremos que se  hable como estamos acostumbrados a oír hablar (…). Lo acostumbrado, en efecto, es fácilmente conocible. Y cuánta fuerza tiene lo acostumbrado, lo muestran las leyes, en las cuales lo fabuloso y lo pueril, a causa de la costumbre, pueden más que el conocimiento acerca de ellas. Unos, en efecto, no escuchan a los que hablan si no se habla matemáticamente; otros, si no es mediante ejemplos; estos exigen que se aduzca el testimonio de algún poeta; aquellos todo lo quieren  con exactitud,  y a los de más allá les molesta lo exacto, o por no poder seguir el razonamiento o por la enumeración de pequeñeces. (…).Por eso es preciso aprender previamente cómo podrá ser transmitida cada cosa, pues es absurdo buscar al mismo tiempo la ciencia y el método. Y ninguno de los dos objetivos es fácil de alcanzar”.
         (Aristóteles: Metafísica; a3, 995ª 1-14.  Traducción de Valentín García Yebra).