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domingo, 29 de julio de 2012

Los ojos del conocimiento

            Es espectacular, alucinante, casi mágico... Cómo se torna todo alrededor nuestro tras una lectura, cómo se reinventa y se reviste con colores más cálidos.
            El conocimiento es un tesoro, tantísima gente tiene sed de él, sed de abarcarlo, ¡de ampliarlo! Y esto es del todo comprensible, puesto que tras experimentar esa magia, ese poder que da el conocimiento, se aspira a obtener más.
            Y no solo eso, sino que conocer da pie al querer, a amar las cosas y las personas que nos rodean. Cómo, tras conocer a una persona, podemos sentir más aprecio hacia ella; cómo, tras conocer las cualidades y el funcionamiento de todo lo que nos rodea nos damos cuenta de lo maravilloso que es el mundo, nos acercamos al Creador.
            ¿Y conocernos? ¿Descubrir a esa gran persona a la que llamamos “yo”? Forjar a esa persona fuerte, sabia y humilde, lectura tras lectura, no tiene precio.
            Ciertamente, cuando vemos con los ojos del conocimiento, no existe ningún horizonte.

jueves, 12 de julio de 2012

El vuelo

            Nada más romper la cáscara del huevo ya tiene ganas de vivir. Desplumado, torpe y casi ciego, pero ya dando sus primeros pasos rápidos, como si el mundo fuera a acabarse ese mismo día.
            De momento parece que tiene que esperar a crecer dependiendo del resto, aunque sabe que, tarde o temprano, esa situación acabará. De hecho, en su interior hay una parte que lo está deseando, mientras que otra lo está temiendo.
            Ya ha aprendido incluso a volar, aunque nunca ha sido de vuelos altos. Dicen que por encima de esa espesa y permanente capa de nubes existe algo que, una vez descubierto, no te permite volver. Saber eso atemoriza. ¿Dejar todo atrás? No iba a arriesgarse.
            Mas se plantó en él una semilla de curiosidad, que enraizaría en su corazón y fructificaría en la razón. Nadie compartía su curiosidad, nadie quería escuchar: simplemente querían seguir con su vida.
Entonces lo tuvo claro: emprendió su vuelo con ansias de saciar su curiosidad. El viaje no fue fácil: cada vez hacía más frío, los vientos huracanados le desviaban y le aturdían. No se rindió, tenía su objetivo bien claro. Cuando alcanzó la capa de nubes apenas la quedaban fuerzas, y dejó de batir las alas, estaba fatigado.
            Para su sorpresa no cayó en picado, sino que ascendió y vio la fuente de luz y de vida. Había, a lo lejos, otros curiosos como él, todos sorprendidos e hipnotizados por la belleza de aquello.
            Supo entonces por qué nadie volvía a su tierra.

domingo, 1 de julio de 2012

Diálogo

            El choque entre dos representantes de dos ideologías puede ser lo más bonito en el mundo.. o lo más violento. Aquí es muy importante el papel del susodicho "representante", puesto que si carece de ciertas características o conocimientos, es fácil que una conversación se torne violenta y desagradable.

            Cabe destacar que ambos deben ser personas humildes y dispuestas a dejarse impresionar e informar por el otro. Si la intención es la de "descartar" al otro, la conversación no tendría sentido puesto que se basaría en continuos ataques entre los representantes.  

            En última instancia, el diálogo va a ser un intercambio de "de donde ha sacado cada uno su ideología", es decir, se debe argumentar con una bibliografía fiable. Nunca uno debe apoyarse en lo que piensa la mayoría, ni en sus propios intereses. Hay cosas que nos superan, y que deben ser aceptadas ya que sino estaríamos siendo injustos con nosotros mismos. 

            Un aspecto que podría contaminar el diálogo es la cultura. Teóricamente, dos personas que siguen una misma ideología deben cumplir los mismos preceptos básicos, vivan donde vivan. Por tanto, se debe hacer una clara distinción entre ideología y cultura. Esto significa que probablemente ambas no sean compatibles y que, por consiguiente, haya que valorar y escoger de forma racional los preceptos a seguir. 

            Es triste que, sin darse cuenta, una persona sea injusta con otra por falta de humildad y conocimientos, y un exagerado convencimiento de que se está actuando bien.

            El diálogo es una puerta. Tenemos la llave para abrirla o, por el contrario, cerrarla y encerrarnos.