Entonces el autobús gira y todo ese paisaje es sustituido
por edificios y carreteras, y de pronto la sensación de gusto y de paz se
desvanece... me invade la sensación de estar encerrado en la ciudad.
Y desde mi interior hay algo que me pide más de ese paisaje,
más de esa sensación de paz y armonía. Ese día comprendí que necesitamos
desconectarnos de este mundo, desenvolvernos en la naturaleza de la cual
provenimos: buscar la perfección y la belleza que nos brinda la creación.
Muchas veces es muy poco lo que necesitamos para sentirnos
bien. Un silencio, una sonrisa y un paisaje.
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