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jueves, 19 de abril de 2012

¿Te conformas?

El conformismo, como todo, tiene su dosis buena. Pero también, como todo, su exceso o su total ausencia son fatales.

Nuestras metas y sueños forman parte de nosotros, y son cosas con las que no se puede jugar, pues de ellas depende una gran parte de nuestra felicidad.
Por ello, una meta es mucho más que un simple objetivo: nos implica en todas nuestras dimensiones, desde la intelectual hasta la emocional. Invertimos mucho tiempo en nuestros proyectos y metas, y a veces nos olvidamos de por qué los empezamos cuando surge una dificultad. 

Se me ocurren varias razones para negarnos a dejar un proyecto: orgullo, miedo, no tener mas proyectos en mente, presión externa, etc. Pero ninguna de ellas es del todo satisfactoria para nuestra persona. La única razón que debe prevenirnos de renunciar a un sueño es la persona que somos. Nosotros tenemos una meta porque nosotros nos la hemos propuesto, porque en nuestro interior, de la infinidad de metas existentes, hemos escogido esa, y por tanto, en ella radica nuestra felicidad. Aquí la autoexigencia juega un papel clave: si no nos exigimos nosotros, ¿quién se va a preocupar? 

Por eso, esforzarnos para ser los mejores, sin ningún miedo, se traduce en una satisfacción personal y la construcción de un futuro sólido.
Por eso, conformarse con poco en nuestros sueños, es condenarnos a una vida insatisfecha. El conformismo no tiene cabida en el trabajo, puesto que siempre podremos hacer más y mejorar; pero nunca debe estar ausente, puesto que en otras situaciones nos hace humildes y realistas.

Seamos los arquitectos de nuestro futuro, seamos conformistas sólo cuando debamos serlo.

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